Continuando con el relato del viaje a India.
Esa primera semana continuamos paseando por Calcuta, donde pudimos ver más muestras de su hermosa arquitectura y del estado general de la ciudad. Nos gustaba mucho pasear por la que llamábamos "La casa de la música", una casita preciosa en forma de barco con decoraciones musicales.
Otra de las aventuras fue la ida al centro de la ciudad. Aquí la idea era ir a conocer la casa de la Madre Teresa de Calcuta (Mother House), pero al llegar y ver los laberintos tan extraños que eran, la cantidad de gente que había y el calor tan insoportable de ese día, decidimos verlo desde la lejanía y pasar al segundo punto de la lista: la compra de artesanías.
Esa fue al primera vez que montamos en taxi público y definitivamente uno tiene que estar preparado para todo. El primer señor tenía su taxímetro bien puesto y nos cobró la tarifa que era. El segundo, se hacía el tonto, decía que no entendía y se la pasaba preguntando a los otros dónde quedaba. Lo más chistoso es que no sabía que se enfrentaba a dos colombianas ya curtidas en asuntos de "evasión de timos", cuando le dijimos que nos dejara en una calle que ya conocíamos, ahí mismito nos cobró 200 rupias (el doble de lo que sabíamos que costaba la carrera y para eso si que no tuvo dudas) pero nosotras le sacamos un billete de cien rupias y nos bajamos. El señor empezó a protestar, pero lo dejamos ahí hablando solo y luego se fue (obviamente nosotras teníamos un poco de susto, porque en mi imaginación el señor se bajaba y nos perseguía por todo el centro... jejeje).
Después del incidente y después de mucho caminar y de antojarnos de todo, encontramos este lugar llamado "Curio Emporium" (16/2 Chowringhee road - Grand Hotel Arcade - 700013 Kolkata) donde compramos las artesanías más hermosas que encontramos al mejor precio. Muy buena calidad y una atención excelente. El dueño mismo (Curio) nos atendió y fue muy divertido hablar con él porque nos contaba las historias de cada artesanía y fue muy divertido el regateo porque por cada precio que nos daba, nosotras le disminuíamos la cantidad y le decíamos que éramos clientes fieles (fuimos varias veces esas dos semanas) y que si nos dejaba contentas con el precio, le haríamos propaganda. Lo prometido es deuda y por eso hoy lo recomiendo. También se pueden contactar con él al correo archit_ahuja@hotmail.com o al teléfono 9831062632. De verdad que son las artesanías más bonitas que he visto y de muy buena calidad.
En general, el centro de la ciudad me recordó al centro de Medellín o al de Barranquilla en quincena, por la cantidad de gente, la bulla, los olores. Es increíble la cantidad de gente que hay en India, salen de hasta debajo de las piedras. La contaminación era mucho más palpable allí y obviamente los olores mucho más fuertes y penetrantes. Lo más chistoso fue cuando nos queríamos devolver, y preguntamos por el bus: ¡nadie sabía que bus nos llevaba hasta nuestra casa!
Dimos varias vueltas hasta que yo vi un bus que decía "Salt Lake City" y nos montamos... pero de esas corazonadas que a uno le dan, le pregunté al señor a mi lado si ese bus iba para Salt Lake, y me dijo: "No, este viene de Salt Lake, tienen que subirse al que va hacia el otro lado". Ahora, coger un bus en India es hacer gestos y correr detrás del bus hasta que pare y te puedas subir (así sea en la mitad de la calle con la amenaza de más carros metiéndose donde estás tu), la bajada fue otro rollo, porque hubo que esperar que el señor se dignara parar y estar muy pendiente que no viniera un motociclista loco justo en la parte donde te bajas (exactamente la mitad de la calle).
Luego nos tocó seguir buscando la calle (subir el doble de calles y ya estaba anocheciendo) hasta que dimos con un puesto de control de tránsito. Sólo un policía sabía qué bus podíamos coger y nos indicó una calle abstante estrecha, nos dijo el número (porque los otros caracteres estaban en Bengali) y esperamos un rato, luego vimos el número y nos montamos en el bus (corriendo detrás de él, obviamente). Al montarnos en el bus (que estaba muy lleno) fue curioso porque dos señores nos vieron y nos dieron el puesto (pero un poco reticentes) yo estaba a punto de decirle que no se preocupara, que se quedaran sentados, pero mi hermana me jaló y me sentó. En eso empecé a notar que hombres y mujeres estaban separados, y cuando leí las etiquetas en el techo del bus me di cuenta que hasta ahí hay diferencias. Los hombres van de un lado, las mujeres van de otro lado y hay sección reservada para los adultos mayores. Entonces nos dimos cuenta que aunque los hombres se pueden sentar en la sección de mujeres, cuando se monte una le tienen que dar el puesto. Ese día agradecí esas leyes porque iba muy cansada y no quería estar más tiempo de pie.
Esto fue algo muy común en todos lados: aeropuertos, Taj Mahal, centros comerciales etc, los hombres y las mujeres entran por lados diferentes, se sientan en lados diferentes, tienen compartimentos diferentes.
Los buses son baratísimos (7 rupias) aunque dan muchísimas vueltas. Nuestro trayecto tomó como una hora y algo más; ahí me di cuenta que iba en una cafetera rodante, a ese bus le sonaba hasta la pintura, yo pensaba que en algún momento se iba a partir con tanta gente que iba adentro y me tenía desesperada la forma de avisar que alguien se iba a bajar: un golpe bastante fuerte a la lata y luego tocaban una campanita... Aunque yo ya he tenido experiencias con buses viejos y llenos, por lo menos los de Colombia tienen un timbre (aunque los gritos son los mismos).
Otra cosa curiosa de la dinámica automovilística es pegarle a los carros mientras pasan, como una forma de decir "ojo, aquí estoy, no me vayas a pisar". Mi hermana me decía que donde allá en Colombia a alguien le toquen el carro con esa violencia, seguro que se ponen a pelear, pero aquí no... era un comportamiento muy normal.
Una cosa que me gustó mucho de mi estadía allá fue la televisión. Yo tengo esta manía cada vez que viajo y llego a un hotel (o a cualquier lugar donde haya TV) y empiezo a pasar los canales para ver la oferta y para "familiarizarme" con el habla, los acentos y hasta los comerciales, porque me ayudan a conocer un poco la cultura y formarme una impresión de su dinámica mercantil.
La televisión allá me gustó mucho por una razón muy básica: estaba en inglés y tenía los canales de películas disponibles. El poder volver a ver películas en su idioma original fue un alivio después de los doblajes que he escuchado aquí. Lo chistoso era la censura de las películas: todas las escenas de sexo o alusivas a sexo estaban eliminadas y si no podían eliminar la escena, entonces cambiaban los subtítulos o ponían una censura de silencio en ciertas palabras. Todas las películas extranjeras tienen subtítulos en inglés (el idioma común de toda India), entonces era muy chistoso cuando uno escuchaba al personaje decir "Holy shit" y los subtítulos decían "Holy sheep" o cuando decían "Fuck" y los subtítulos ponían algo como "Freck"... no paraba de reírme cada vez que veía una censura de esas.
Otra cosa que me llamó la atención fue la propaganda nada sutil sobre la belleza femenina. El ideal es el de una mujer de piel clara, ojos claros, piel sana, cabello sano y cuerpo escultural... esta mujer se puede vestir de forma occidental (shorts, camisas ceñidas, accesorios) cuando se trata de vender pero cuando se trata de promover los valores, ella siempre elegirá el saree, cubrirse y pintarse el bindi y los otros adornos propios de su cultura. También había una propaganda de una crema que regenera la piel y cuyo lema era "black out, white in" haciendo referencia a que la piel oscura se debe al exceso de sol que la maltrata y le da ese color. Esta crema promete devolver el color blanco a su piel y verse bonita y conseguir marido y casarse y tener hijos y vivir feliz por siempre (bueno, esto es exageración, pero como es el cliché de la cultura...). También es curioso que el actor o actriz de moda sea la cara de varios productos. Eso no es nada raro en ninguna parte del mundo, pero allá parece que no tuvieran más modelos, porque siempre son los mismos, una y otra vez...
En fin, esa misma semana el jefe de mi hermana nos invitó a cenar a un restaurante chino muy famoso en Calcuta. Debo decir que es la mejor comida china que he comido hasta el momento. Estaba adornada con el picante indio que no le puede faltar a nada, pero estaba deliciosa. Probamos una versión india de la Coca-cola llamada "Thumbs up", y nos contaron que hubo un tiempo en que la Coca-cola estaba prohibida en India, por lo que se ingeniaron esta bebida. Sabe muy parecido, incluso mejor, que la Coca-cola.
En los baños pudimos observar que estaban acondicionados de forma occidental y oriental. Aproveché que nadie me veía y tomé una foto de los baños orientales. Aunque dicen que son más sanitarios, me sigo preguntando cómo hacen para sostener el equilibrio ahí y no mojarse la cantidad de ropa que llevan puesta.
La vista desde mi ventana.
Esa primera semana en India fue la semana que he experimentado los dos cambios de clima más violentos en toda mi vida: de un calor de 45 grados celsius, un sol brillante y cero viento, a una lluvia impresionante, humedad a tope y seguía haciendo calor. Hay días en que voy en el metro de Barcelona y siento esa temperatura y ese ambiente caluroso, y me acuerdo mucho de India.
La casa de la música.
Centro de Calcuta, cerca a la Mother House.
En el centro de Calcuta, gente bañándose en la calle, pasadizos oscuros
Esa fue al primera vez que montamos en taxi público y definitivamente uno tiene que estar preparado para todo. El primer señor tenía su taxímetro bien puesto y nos cobró la tarifa que era. El segundo, se hacía el tonto, decía que no entendía y se la pasaba preguntando a los otros dónde quedaba. Lo más chistoso es que no sabía que se enfrentaba a dos colombianas ya curtidas en asuntos de "evasión de timos", cuando le dijimos que nos dejara en una calle que ya conocíamos, ahí mismito nos cobró 200 rupias (el doble de lo que sabíamos que costaba la carrera y para eso si que no tuvo dudas) pero nosotras le sacamos un billete de cien rupias y nos bajamos. El señor empezó a protestar, pero lo dejamos ahí hablando solo y luego se fue (obviamente nosotras teníamos un poco de susto, porque en mi imaginación el señor se bajaba y nos perseguía por todo el centro... jejeje).
El taxista timador.
Los centros de registro de matrimonio, muy populares en toda Calcuta.
En general, el centro de la ciudad me recordó al centro de Medellín o al de Barranquilla en quincena, por la cantidad de gente, la bulla, los olores. Es increíble la cantidad de gente que hay en India, salen de hasta debajo de las piedras. La contaminación era mucho más palpable allí y obviamente los olores mucho más fuertes y penetrantes. Lo más chistoso fue cuando nos queríamos devolver, y preguntamos por el bus: ¡nadie sabía que bus nos llevaba hasta nuestra casa!
Agachate... y vuélvete a agachar... forma curiosa como la gente se agacha en todos lados.
Dimos varias vueltas hasta que yo vi un bus que decía "Salt Lake City" y nos montamos... pero de esas corazonadas que a uno le dan, le pregunté al señor a mi lado si ese bus iba para Salt Lake, y me dijo: "No, este viene de Salt Lake, tienen que subirse al que va hacia el otro lado". Ahora, coger un bus en India es hacer gestos y correr detrás del bus hasta que pare y te puedas subir (así sea en la mitad de la calle con la amenaza de más carros metiéndose donde estás tu), la bajada fue otro rollo, porque hubo que esperar que el señor se dignara parar y estar muy pendiente que no viniera un motociclista loco justo en la parte donde te bajas (exactamente la mitad de la calle).
Tranvía de Calcuta desde el puesto de control de tránsito.
Esto fue algo muy común en todos lados: aeropuertos, Taj Mahal, centros comerciales etc, los hombres y las mujeres entran por lados diferentes, se sientan en lados diferentes, tienen compartimentos diferentes.
En el centro comercial los hombres entran por un lado, las mujeres por otro.
Los buses son baratísimos (7 rupias) aunque dan muchísimas vueltas. Nuestro trayecto tomó como una hora y algo más; ahí me di cuenta que iba en una cafetera rodante, a ese bus le sonaba hasta la pintura, yo pensaba que en algún momento se iba a partir con tanta gente que iba adentro y me tenía desesperada la forma de avisar que alguien se iba a bajar: un golpe bastante fuerte a la lata y luego tocaban una campanita... Aunque yo ya he tenido experiencias con buses viejos y llenos, por lo menos los de Colombia tienen un timbre (aunque los gritos son los mismos).
Otra cosa curiosa de la dinámica automovilística es pegarle a los carros mientras pasan, como una forma de decir "ojo, aquí estoy, no me vayas a pisar". Mi hermana me decía que donde allá en Colombia a alguien le toquen el carro con esa violencia, seguro que se ponen a pelear, pero aquí no... era un comportamiento muy normal.
Una cosa que me gustó mucho de mi estadía allá fue la televisión. Yo tengo esta manía cada vez que viajo y llego a un hotel (o a cualquier lugar donde haya TV) y empiezo a pasar los canales para ver la oferta y para "familiarizarme" con el habla, los acentos y hasta los comerciales, porque me ayudan a conocer un poco la cultura y formarme una impresión de su dinámica mercantil.
La televisión allá me gustó mucho por una razón muy básica: estaba en inglés y tenía los canales de películas disponibles. El poder volver a ver películas en su idioma original fue un alivio después de los doblajes que he escuchado aquí. Lo chistoso era la censura de las películas: todas las escenas de sexo o alusivas a sexo estaban eliminadas y si no podían eliminar la escena, entonces cambiaban los subtítulos o ponían una censura de silencio en ciertas palabras. Todas las películas extranjeras tienen subtítulos en inglés (el idioma común de toda India), entonces era muy chistoso cuando uno escuchaba al personaje decir "Holy shit" y los subtítulos decían "Holy sheep" o cuando decían "Fuck" y los subtítulos ponían algo como "Freck"... no paraba de reírme cada vez que veía una censura de esas.
La propaganda reinante con los modelos del momento.
En fin, esa misma semana el jefe de mi hermana nos invitó a cenar a un restaurante chino muy famoso en Calcuta. Debo decir que es la mejor comida china que he comido hasta el momento. Estaba adornada con el picante indio que no le puede faltar a nada, pero estaba deliciosa. Probamos una versión india de la Coca-cola llamada "Thumbs up", y nos contaron que hubo un tiempo en que la Coca-cola estaba prohibida en India, por lo que se ingeniaron esta bebida. Sabe muy parecido, incluso mejor, que la Coca-cola.
En los baños pudimos observar que estaban acondicionados de forma occidental y oriental. Aproveché que nadie me veía y tomé una foto de los baños orientales. Aunque dicen que son más sanitarios, me sigo preguntando cómo hacen para sostener el equilibrio ahí y no mojarse la cantidad de ropa que llevan puesta.
Y llegó el fin de semana que inciaba nuestra peregrinación (jejeje) al Taj Mahal, pero antes, recuerdo que "Mis cositas" me pidió que le tomara fotos a las placas de carros. Te cuento que no entendí si era una metáfora o era literal, pero aquí te envío el regalito! Las dos primeras son de Calcuta, las dos segundas son de Delhi, en Agra no pude tomar, ya luego les cuento por qué!
Hola mi niña, que paseote se han pegado, a mi me encantaría conocer algún día un país tan lejano y de cultura tan diferente a la nuestra, pero mientras tanto me contento con tu tavesía que es espectacular.
ResponderBorrarY no creas, era literal mi pedido, las placas de los autos me encantan, son diferentes en cada lugar y a mi me encanta coleccionar fotos de ellas, así que si me lo permites me llevo las fotos para mi colección!!!
Un abrazote y sigan pasándola bien a pesar de tantas costumbres tan raras (y a veces cochinitas... como eso de hacer popis en las vías del tren y pasearse entre ellas para vender los alimentos :S)