A pesar que nací en una ciudad costera (Barranquilla) allí sólo viví hasta los dos años, cuando mis papás se mudaron a Medellín, ciudad localizada en las montañas de Antioquia (bueno, en realidad es un valle). Sin embargo, la distancia no pudo nunca borrar de mi memoria el recuerdo de lo rico que se siente estar en la playa. El sonido del mar y la sensación de la brisa salada en la piel son dos de los recuerdos más antiguos que conservo. Incluso soñaba con vivir cerca del mar para experimentarlo todos los días.
Sin embargo, el mar es traicionero y se debe respetar; luego de las noticias de los tsunamis y las inundaciones, mi interés por irme a vivir cerca de la playa disminuyó mucho. Aunque, la vida en su infinita sabiduría, terminó enviándome a vivir aquí, en Barcelona, y pude tener esta experiencia durante este año.
Las playas aquí me gustan mucho, en especial por lo bien cuidadas que las tienen y porque el mar no es tan agresivo como el de allá (el mediterráneo, aún bravo, es una piscina comparado con un día normal en el atlántico).
Después de conocer playas vírgenes hermosas, como las de las Islas del Rosario, hay que reconocer que es muy difícil que estas playas se vean tan espectaculares. Pero, dentro de su categoría de "playas urbanas" o "resorts" debo decir que tienen también su encanto. Aquí en Barcelona (y alrededores) he visto una cierta cantidad de paisajes marítimos preciosos. Estando ya cerca la hora de partida del paraíso mediterráneo (bueno, mí paraíso mediterráneo) empiezo a pensar en la mucha falta que me va a hacer vivir cerca al mar, ver el cielo azul, sentir el sonido del agua en la arena.
Pero, para recordarlo siempre, tengo algunas fotos que quiero compartir de tres de las playas que más me han gustado: Badalona, Montgat y Calafell (todas en la provincia de Barcelona y de fácil acceso con el tren).
Sin embargo, el mar es traicionero y se debe respetar; luego de las noticias de los tsunamis y las inundaciones, mi interés por irme a vivir cerca de la playa disminuyó mucho. Aunque, la vida en su infinita sabiduría, terminó enviándome a vivir aquí, en Barcelona, y pude tener esta experiencia durante este año.
Las playas aquí me gustan mucho, en especial por lo bien cuidadas que las tienen y porque el mar no es tan agresivo como el de allá (el mediterráneo, aún bravo, es una piscina comparado con un día normal en el atlántico).
Después de conocer playas vírgenes hermosas, como las de las Islas del Rosario, hay que reconocer que es muy difícil que estas playas se vean tan espectaculares. Pero, dentro de su categoría de "playas urbanas" o "resorts" debo decir que tienen también su encanto. Aquí en Barcelona (y alrededores) he visto una cierta cantidad de paisajes marítimos preciosos. Estando ya cerca la hora de partida del paraíso mediterráneo (bueno, mí paraíso mediterráneo) empiezo a pensar en la mucha falta que me va a hacer vivir cerca al mar, ver el cielo azul, sentir el sonido del agua en la arena.
Pero, para recordarlo siempre, tengo algunas fotos que quiero compartir de tres de las playas que más me han gustado: Badalona, Montgat y Calafell (todas en la provincia de Barcelona y de fácil acceso con el tren).
Que buenas fotos, divino el cielo despejado y radiante.
ResponderBorrarComo tu aprendí a tenerle más que respeto, miedo al mar, antes era algo deseado, soñado incluso como no soñar vivir cerca a él, pero los tsunamis, las inundaciones y demás cosas que vemos ahora, hacen que le huyamos!!!