Presentando a continuación el relato de uno de los viajes más increíbles que he hecho en mi vida. Viajar a India es entrar a un mundo donde todo es extremo, salvaje, increíble, contradictorio. Lo que conocí de este país me hace replantear todos los conceptos que tenía en mi mente, sobre la India, sobre Europa, sobre Colombia. Todo lo que creía conocer se vio enfrentado con un mundo tan extraño y exigente que hicieron que mi mente se abriera de una forma inesperada, que me diera cuenta de lo que tengo, lo que me hace falta y como, por encima de todas las diferencias culturales, los seres humanos seguimos siendo seres humanos y tenemos ese pequeño trazo que nos hace similares.
Después de esta entrada medio apocalíptica, medio zen y medio loca, procedo a relatar mi experiencia en este hermoso país.
Salí de una muy soleada Barcelona y el primer impacto de que iba a dejar el primer mundo se dio desde la fila del aeropuerto. Ya había contado que cuando fui a Colombia, pude identificar cuál era mi avión porque era la sala dónde más bulla había. Aquí identifiqué cuál era mi mostrador por los vestidos llamativos de las señoras y porque iban en manada. Honestamente creo que el peso Colombiano está devaluado más allá de cualquier devaluación... los indios viajan en grupos grandes, papá, mamá, hijos, tíos, primos, como si fuera viajar por Europa. Yo hice mucho sacrificios y ahorré mucho para pagar un sólo tiquete y ahí estaban ellos, cinco o seis de una misma familia, es bastante curioso.
En fin, el caso es que se nota que voy hacia el medio oriente y más allá porque sus vestidos son llamativos, su lenguaje es inconfundible (bueno, no se entiende nada) y porque, al igual que mis compatriotas, no saben lo que es viajar ligero. Delante mío había dos familias ingresando tantas maletas que pensé que cuando llegara mi turno me iban a decir que tendrían que enviarla en otro avión. Pasé inmigración y para la sala de espera donde me esperaba otro comportamiento muy propio de ellos, el erupto luego de comer o tomar algo. Con todo, yo iba emocionada porque la primera parada iba a ser en el desierto de Quatar, en Doha.
Despegamos al cabo de un rato y primer punto feliz del día: el azafato era un papasito! un moreno de ojos verdes esmeralda, Dios! que hombre tan lindo y tan amable! El vuelo fue muy cómodo, la comida muy rica y me entretuve mucho viendo el recorrido que hacía el avión, cuando íbamos saliendo de Europa y entrando al mundo árabe y cuando pasamos por territorio iraquí recordé que hacía una semana habían bombardeado un avión caza estadounidense... después del pequeño ataque de pánico, me entretuve viendo el desierto, los pozos de petróleo de Bagdad y su eterna llama ardiente y por fin la entrada a Doha y el aterrizaje en el desierto.
Salir del avión fue salir del congelador para entrar en el horno. Creo que nunca había sentido tanto calor en mi vida, y eso que eran las 10pm! El aeropuerto de Quatar es hermoso, la arquitectura es una combinación de arabescos y estructuras modernas, es precioso. La gente que vi... podría resumirlo como que respiran dinero, los vestidos de las mujeres eran esos mantos negros que las cubren, pero la tela era preciosísima, estaban adornados con diamantes y otras piedras, zapatos y bolsos de marca, joyas de oro y plata y celulares que creo no haber visto nunca... es sencillamente deslumbrante!
El caso es que mi parada fue de apenas 20 minutos porque mi vuelo llegó retrasado y tuve que correr en el aeropuerto para alcanzar mi otro avión. Aquí fue muy chistoso porque la mayoría de integrantes eran de la India (casi los mismos que vi en Barcelona) y volví a sentirme como en el avión que me llevó a Colombia, sólo que esta vez iba hacia el otro lado.
Llegar a Calcuta fue retroceder en el tiempo: el aeropuerto parecía sacado de una película de bajo presupuesto y la infraestructura de los años 70. Es bastante sucio y su sistema de transporte es muy gracioso: son buses viejos y el aire acondicionado sale más caliente que el de la temperatura de afuera. Llegamos a las 3am, pero entre inmigración y esperar mi maleta, salí a las 4:45 del aeropuerto. Llegué a la Guest House y me dormí inmediatamente.
A las 9am tocaron mi puerta y me despertó el ama de llaves (Ranu) preguntándome qué quería de desayuno, luego llegó el dueño a darme la bienvenida y luego alguien que trajo los enseres del baño. Les dije que mi hermana llegaba a las 2pm y que la hicieran pasar cuando llegara. Luego dormí otro rato y me levanté y organicé a esperar a mi hermanita.
No puedo poner en palabras la alegría tan grande que me dio verla. Es como si hubieran pasado años (aunque hablamos dos días antes) y saber que había alguien de mi familia cerca me emocionó mucho. Hablamos un rato y luego salimos a llevarle los regalitos a sus compañeros y a su jefe.
Esa primera impresión de Calcuta quedó marcada con fuego en mi memoria por varias razones (quitando el cansancio del viaje y el calor tan insoportable): la basura era increíble, estábamos en un sector exclusivo de la ciudad y había basura (aunque no tanta como vi después en otros lados), el mal estado de las vías y... la mirada insistente de los hombres!!
Mi hermana ya me había advertido que allá son acosadores con la mirada, y yo pensaba, mientras no toquen, todo va bien. Resulta que ese acoso visual ¡es tan fuerte como uno manual! Ellos no están acostumbrados a ver brazos o pecho (y hablo más hacia arriba de la parte divertida), y se enloquecen apenas ven un poquito. Aunque me parece raro porque los sarees, los vestidos tradicionales, dejan ver el estómago... diferencias culturales muy raras.
Mi hermana trabaja en el sector comercial de la ciudad y aunque están los edificios de las empresas más poderosas de India, también se ve que no cuidan la urbanización como tal. Se ven matorrales rodeando los edificios (aunque una vez se cruza la puerta, por dentro, los edificios son otra historia) y verdaderos tugurios donde venden comida y donde tanto me advirtieron que no comiera nada y, aunque no comimos ahí, el jefe de mi hermana nos invitó a té y debo decir que es el mejor que he tomado en mi vida! Me cuidé mucho con la comida en este viaje, pero puedo decir que lo más seguro para tomar en cualquier parte de la India es el té, cualquier té, es delicioso, hay variedad y nunca te hace daño.
En ese mismo lugar vi la primera culebra gigante, pasando al lado mío como si nada. Monté en los autorickshaws (una especie de moto-carro urbano de distancias cortas) mientras mi hermana me explicaba las rutas, y por ir distraída casi me pierdo el día después. Me sorprendí con las construcciones porque los andamios eran de bambú, y cada que alguien se montaba, vibraba toda la estructura.
Los dos primeros días fueron de reconocimiento y ubicación (la cual nunca logré, pero por lo menos me aprendí los caminos y los transportes que debía tomar). En la Guest House donde me hospedé viven los dueños quienes han viajado por todo el mundo, conocen las costumbres occidentales y nuestras preferencias alimenticias. Esto fue una ventaja porque sabían que no me podrían preparar las cosas tan condimentadas ni picantes. Así tuve la oportunidad de comer deliciosos platos indios con un nivel de picante y de especias tolerable. La comida india es deliciosa en todas sus presentaciones.
Como mi viaje iba a ser corto, ese primer fin de semana lo dedicamos a realizar las compras de los regalos que mi hermana llevaría a Colombia. Dividimos la lista entre hombres y mujeres a quienes les llevamos regalos. Para las mujeres es fácil encontrar porque casi todo el comercio en india está dedicado a nosotras. Dedicimos ver la ropa étnica para llevar un recuerdo que gritara "estuve en India". Les llevamos unos vestidos preciosos llamados kurtis, son como una camisa larga de algodón con estampados preciosos. De estos compramos varios pero en versión camisa, es decir, más cortas. Son súper cómodos y frescos. Yo no me quería quitar los míos y todavía los uso en este calor de Barcelona!
A los caballeros de mi familia fue más difícil porque la ropa étnica es bastante más llamativa (y más cara) razón por la cual fue mucho más complicado elegir. Decidimos llevarles artesanías y cuadros hermosos que representan dioses y escenas de la vida cotidiana. Eran tan lindos que yo me antojé de uno y me lo compré. Adquirí mi segundo cuadro que colgaré cuando compre mi casa (la foto la subo en un próximo post).
India es un país politeísta, lo cual quiere decir que adoran varios dioses. Es posible encontrar muchísimos templos, artesanías, cuadros y demás expresiones artísticas dedicadas a los dioses. Mientras comprábamos las artesanías le pedíamos a los vendedores que nos contaran las historias de cada deidad. Es curioso ver que cada quien tiene su propia versión, algunos ni siquiera sabían la historia. Entonces nos tocó hacer un poco más de investigación y fuimos a Crossword, una librería que funciona también como sala de lectura. Allí vimos varios libros dedicados a la mitología y a los dioses indios.
Leer esto es también otra experiencia porque uno se queda preguntando ¿quién escribió ésto? y más importante ¿qué había consumido?... los dioses son seres altamente violentos, sexuales y viven sólo para el placer y la satisfacción personal. Está bien, ayudan a los seres humanos en ocasiones, pero tienen unos comportamientos bastante curiosos y exigen unas ofrendas un poco exageradas para complacerlos (mil años de meditación... por ejemplo). Además, físicamente son extraños. Tienen varias caras o varias manos, sea para ver muejeres bonitas y tocarlas como en el caso de Brahma, o para luchar contra los demonios, como en el caso de Kali y Durga. Los dioses también tienen poderes sobrenaturales extraordinarios, como que se pueden dividir y dar origen a nuevos dioses. Reencarnan en seres ordinarios como peces o vacas, y, en el caso de la Trimurti (los tres principales Shiva, Brahma y Vishnu) vienen varias veces a la tierra también como humanos.
En Calcuta, la diosa patrona es Kali. El templo en su honor está en Calcuta pero cada vez que planeabamos llegar pasaba algo que nos desviaba del plan (el calor, los taxistas, malas direcciones, otro plan surgía) entonces nunca pudimos ir. Luego nos enteramos que todavía hacen sacrificios animales allí en su honor (algo que me habría espantado demasiado) y que se cree que no hace muchos años se hacían sacrificios humanos. Kali es una diosa guerrera y la patrona del hogar (me pregunto si eso significará que el hogar es una guerra...) y se caracteriza por tener la lengua afuera como símbolo de vergüenza por haber pisado a su marido cuando bailaba. Resulta que una creencia hindú dice que los pies son órganos sucios, ya que son los más alejados de la cabeza (que es la divinidad). Se cree que cada persona lleva un dios dentro, por esta razón, tocar a alguien con los pies es un insulto. Cuando accidentalmente uno golpea a un hindú con los pies (o bueno, los que yo he visto tanto en la empresa como allí en India) ellos hacen una seña bastante simpática con sus manos en el pecho y en la boca, el equivalente de santiguarse para un católico. Esto significa que tu divinidad disculpa el hecho del accidente con los pies (o algo así, en esta parte ya había perdido el hilo).
Una de las cosas que más me impactó en este primer fin de semana fue el cambio tan brusco de estratos sociales. Esto lo pude atestiguar en las otras ciudades, pero se veía de forma más marcada en Calcuta, porque son todavía una ciudad muy conservadora y tradicionalista. Los señores de la Guest House donde me quedaba tenían varios "sirvientes" (como ellos mismos los denominaban) y cuando se analizaban sus comportamientos, los "sirvientes" (que obviamente pertenecen a una casta más baja) mantienen la cabeza agachada y actitud de servidumbre. Fue curioso porque hasta Ranu, el ama de llaves, cuando estaba con nosotras prefería sentarse o si nosotras estábamos sentadas ella se agachaba en el piso. Los contrastes se ven en la calle de forma aún más fuerte. Nosotras nos quedamos en el barrio bueno de la ciudad, y aún así, a la salida de ese barrio se ve la pobreza extrema. Hay varios lagos que bordean la ciudad, y era posible ver verdaderos tugurios viviendo encima de un lago verde lleno de mosquitos. De eso no pude tomar foto porque cuando mi hermana me llevó a caminar por ahí estaba haciendo demasiado calor y entre eso y la gente, el tráfico y los mosquitos lo único que quería era llegar a alguna parte que tuviera aire acondicionado; por eso, de Calcuta, sólo puedo mostrar las fotos de la parte bonita.
Otra cosa curiosa es la cantidad de templos "express", o templos callejeros. En una esquina de la calle cuelgan la foto de un dios, la adornan y ponen luces y flores y listo, un templo para adorar al dios de ida o vuelta al trabajo. No tomé foto en el momento de la adoración porque mi hermana no me dejó (yo quería tomarle foto a todo, pero menos mal ella me detuvo en varias ocasiones que habrían sido bastante de mal gusto) pero en el día, cuando están "cerrados" se ven así:
Calcuta me recordó mucho a las ciudades costeras de Colombia, en especial los barrios pobres, porque la dinámica es más o menos la misma: la cantidad de gente en las calles, el calor, las casas con las puertas abiertas, la basura por todos lados, las calles en mal estado, la bulla increíble. Mientras en la costa colombiana la bulla es música en los "picós" allí son altavoces y una grabación de los libros sagrados de ellos (¡misa todo el día!). ¡Sólo cambia el idioma y la vestimenta!
Otra cosa común es la politiquería y la corrupción reinante. Cuentan los compañeros de mi hermana que una de cinco personas tiene algo que ver con la política, con el partido de turno y (al igual que en Colombia) los más pobres dependen de ese chanchullero para sobrevivir.
La falta de conciencia ecológica y la huella de carbono que tienen es increíblemente elevada. Para ingresar a todo lado te revisan hasta el alma y si llevas portátil o cámara te hace un papelito donde consta que llevas ese tipo de electrodoméstico (esto me pasó varias veces entrando a los supermercados y a los centros comerciales). El gasto de papel es increíble y parece que la gente no supiera que la basura va en la caneca (y, tampoco es que haya muchas canecas), entonces botan directamente los papeles al piso. Esto lo vi en el aeropuerto, en los malls, en los supermercados y, obviamente, en la calle.
El campo no está muy tecnificado, pero tampoco tiene mucho control sanitario, puesto que al lado de los cultivos de arroz pasan las aguas de deshechos.. aunque de esto hablo con más detalles más adelante.
Los animales fue otro tema bastante recurrente: vacas, perros que parecían hienas de los sarnosos y pulgosos, chivos y hasta culebras, conviven con los humanos en la calle. La mejor parte era atravesar las cunetas llenas de piel de serpiente!
Hablando con una amiga que está en Mumbai, me decía que en India es público lo que nosotros hacemos de puertas para adentro. Esto se evidencia en el hecho que la gente va al baño (a hacer del uno y del dos) en plena calle. También tienen la manía de escupir en el piso, y lo que escupen es de color rojizo. Esto porque comen una especie de hojitas frescas después de las comidas, que les deja la saliva roja. El problema es que cuando llueve, todo ese material de desechos humanos se levanta con el agua y el olor es insoportable (aparte que estás caminando entre caca, orina y saliva... en sandalias... aunque yo no me quité mis tenis por más calor que hiciera!).
En fin, Calcuta fue una ciudad que me sorprendió porque no fue lo que me esperaba. Al ser considerada una ciudad con los índices de pobreza más altos en toda india (lo cual no es mentira), me sorprendió mucho encontrar también el otro lado de la moneda, la riqueza que contrasta fuertemente con esa visión occidental que tenemos de las misiones y de los religiosos que ayudan a los más pobres. Es una ciudad de extremos, climáticos, sociales, religiosos. La dinámica de la gente es tan parecida a Colombia, pero a la vez tan diferente que fue toda una aventura estar allí.
Este post lo dejo hasta aquí porque vuelvo a desconectarme por el fin de semana, pero la próxima semana que vuelva sigo narrando mis aventuras por la India y cómo fue mi convivencia con los locales.
Después de esta entrada medio apocalíptica, medio zen y medio loca, procedo a relatar mi experiencia en este hermoso país.
Salí de una muy soleada Barcelona y el primer impacto de que iba a dejar el primer mundo se dio desde la fila del aeropuerto. Ya había contado que cuando fui a Colombia, pude identificar cuál era mi avión porque era la sala dónde más bulla había. Aquí identifiqué cuál era mi mostrador por los vestidos llamativos de las señoras y porque iban en manada. Honestamente creo que el peso Colombiano está devaluado más allá de cualquier devaluación... los indios viajan en grupos grandes, papá, mamá, hijos, tíos, primos, como si fuera viajar por Europa. Yo hice mucho sacrificios y ahorré mucho para pagar un sólo tiquete y ahí estaban ellos, cinco o seis de una misma familia, es bastante curioso.
En fin, el caso es que se nota que voy hacia el medio oriente y más allá porque sus vestidos son llamativos, su lenguaje es inconfundible (bueno, no se entiende nada) y porque, al igual que mis compatriotas, no saben lo que es viajar ligero. Delante mío había dos familias ingresando tantas maletas que pensé que cuando llegara mi turno me iban a decir que tendrían que enviarla en otro avión. Pasé inmigración y para la sala de espera donde me esperaba otro comportamiento muy propio de ellos, el erupto luego de comer o tomar algo. Con todo, yo iba emocionada porque la primera parada iba a ser en el desierto de Quatar, en Doha.
En algún momento pasamos por una ciudad llamada "Batman".
Saliendo de Europa y entrando a Asia.
Aterrizando en Doha, Quatar.
Llegar a Calcuta fue retroceder en el tiempo: el aeropuerto parecía sacado de una película de bajo presupuesto y la infraestructura de los años 70. Es bastante sucio y su sistema de transporte es muy gracioso: son buses viejos y el aire acondicionado sale más caliente que el de la temperatura de afuera. Llegamos a las 3am, pero entre inmigración y esperar mi maleta, salí a las 4:45 del aeropuerto. Llegué a la Guest House y me dormí inmediatamente.
Mi primera habitación en la Guest House.
A las 9am tocaron mi puerta y me despertó el ama de llaves (Ranu) preguntándome qué quería de desayuno, luego llegó el dueño a darme la bienvenida y luego alguien que trajo los enseres del baño. Les dije que mi hermana llegaba a las 2pm y que la hicieran pasar cuando llegara. Luego dormí otro rato y me levanté y organicé a esperar a mi hermanita.
No puedo poner en palabras la alegría tan grande que me dio verla. Es como si hubieran pasado años (aunque hablamos dos días antes) y saber que había alguien de mi familia cerca me emocionó mucho. Hablamos un rato y luego salimos a llevarle los regalitos a sus compañeros y a su jefe.
Esa primera impresión de Calcuta quedó marcada con fuego en mi memoria por varias razones (quitando el cansancio del viaje y el calor tan insoportable): la basura era increíble, estábamos en un sector exclusivo de la ciudad y había basura (aunque no tanta como vi después en otros lados), el mal estado de las vías y... la mirada insistente de los hombres!!
El salvavidas en Calcuta, centro comercial City Center.
El metro en construcción, tramo de la calle Karunamoyee.
El rickshaw: carrito tirado por señor en bicicleta. Una buena forma de conocer la ciudad.
El autorickshaw, la versión motorizada.
En ese mismo lugar vi la primera culebra gigante, pasando al lado mío como si nada. Monté en los autorickshaws (una especie de moto-carro urbano de distancias cortas) mientras mi hermana me explicaba las rutas, y por ir distraída casi me pierdo el día después. Me sorprendí con las construcciones porque los andamios eran de bambú, y cada que alguien se montaba, vibraba toda la estructura.
El sector de la construcción en pleno auge.
Los dos primeros días fueron de reconocimiento y ubicación (la cual nunca logré, pero por lo menos me aprendí los caminos y los transportes que debía tomar). En la Guest House donde me hospedé viven los dueños quienes han viajado por todo el mundo, conocen las costumbres occidentales y nuestras preferencias alimenticias. Esto fue una ventaja porque sabían que no me podrían preparar las cosas tan condimentadas ni picantes. Así tuve la oportunidad de comer deliciosos platos indios con un nivel de picante y de especias tolerable. La comida india es deliciosa en todas sus presentaciones.
Pollo con especias, vegetales asados, dahl (sopa de lentejas) chapati (especie de tortilla).
Como mi viaje iba a ser corto, ese primer fin de semana lo dedicamos a realizar las compras de los regalos que mi hermana llevaría a Colombia. Dividimos la lista entre hombres y mujeres a quienes les llevamos regalos. Para las mujeres es fácil encontrar porque casi todo el comercio en india está dedicado a nosotras. Dedicimos ver la ropa étnica para llevar un recuerdo que gritara "estuve en India". Les llevamos unos vestidos preciosos llamados kurtis, son como una camisa larga de algodón con estampados preciosos. De estos compramos varios pero en versión camisa, es decir, más cortas. Son súper cómodos y frescos. Yo no me quería quitar los míos y todavía los uso en este calor de Barcelona!
Imagen tomada de aqui.
A los caballeros de mi familia fue más difícil porque la ropa étnica es bastante más llamativa (y más cara) razón por la cual fue mucho más complicado elegir. Decidimos llevarles artesanías y cuadros hermosos que representan dioses y escenas de la vida cotidiana. Eran tan lindos que yo me antojé de uno y me lo compré. Adquirí mi segundo cuadro que colgaré cuando compre mi casa (la foto la subo en un próximo post).
India es un país politeísta, lo cual quiere decir que adoran varios dioses. Es posible encontrar muchísimos templos, artesanías, cuadros y demás expresiones artísticas dedicadas a los dioses. Mientras comprábamos las artesanías le pedíamos a los vendedores que nos contaran las historias de cada deidad. Es curioso ver que cada quien tiene su propia versión, algunos ni siquiera sabían la historia. Entonces nos tocó hacer un poco más de investigación y fuimos a Crossword, una librería que funciona también como sala de lectura. Allí vimos varios libros dedicados a la mitología y a los dioses indios.
Leer esto es también otra experiencia porque uno se queda preguntando ¿quién escribió ésto? y más importante ¿qué había consumido?... los dioses son seres altamente violentos, sexuales y viven sólo para el placer y la satisfacción personal. Está bien, ayudan a los seres humanos en ocasiones, pero tienen unos comportamientos bastante curiosos y exigen unas ofrendas un poco exageradas para complacerlos (mil años de meditación... por ejemplo). Además, físicamente son extraños. Tienen varias caras o varias manos, sea para ver muejeres bonitas y tocarlas como en el caso de Brahma, o para luchar contra los demonios, como en el caso de Kali y Durga. Los dioses también tienen poderes sobrenaturales extraordinarios, como que se pueden dividir y dar origen a nuevos dioses. Reencarnan en seres ordinarios como peces o vacas, y, en el caso de la Trimurti (los tres principales Shiva, Brahma y Vishnu) vienen varias veces a la tierra también como humanos.
Mitos y leyendas de los dioses de India.
En Calcuta, la diosa patrona es Kali. El templo en su honor está en Calcuta pero cada vez que planeabamos llegar pasaba algo que nos desviaba del plan (el calor, los taxistas, malas direcciones, otro plan surgía) entonces nunca pudimos ir. Luego nos enteramos que todavía hacen sacrificios animales allí en su honor (algo que me habría espantado demasiado) y que se cree que no hace muchos años se hacían sacrificios humanos. Kali es una diosa guerrera y la patrona del hogar (me pregunto si eso significará que el hogar es una guerra...) y se caracteriza por tener la lengua afuera como símbolo de vergüenza por haber pisado a su marido cuando bailaba. Resulta que una creencia hindú dice que los pies son órganos sucios, ya que son los más alejados de la cabeza (que es la divinidad). Se cree que cada persona lleva un dios dentro, por esta razón, tocar a alguien con los pies es un insulto. Cuando accidentalmente uno golpea a un hindú con los pies (o bueno, los que yo he visto tanto en la empresa como allí en India) ellos hacen una seña bastante simpática con sus manos en el pecho y en la boca, el equivalente de santiguarse para un católico. Esto significa que tu divinidad disculpa el hecho del accidente con los pies (o algo así, en esta parte ya había perdido el hilo).
Una de las cosas que más me impactó en este primer fin de semana fue el cambio tan brusco de estratos sociales. Esto lo pude atestiguar en las otras ciudades, pero se veía de forma más marcada en Calcuta, porque son todavía una ciudad muy conservadora y tradicionalista. Los señores de la Guest House donde me quedaba tenían varios "sirvientes" (como ellos mismos los denominaban) y cuando se analizaban sus comportamientos, los "sirvientes" (que obviamente pertenecen a una casta más baja) mantienen la cabeza agachada y actitud de servidumbre. Fue curioso porque hasta Ranu, el ama de llaves, cuando estaba con nosotras prefería sentarse o si nosotras estábamos sentadas ella se agachaba en el piso. Los contrastes se ven en la calle de forma aún más fuerte. Nosotras nos quedamos en el barrio bueno de la ciudad, y aún así, a la salida de ese barrio se ve la pobreza extrema. Hay varios lagos que bordean la ciudad, y era posible ver verdaderos tugurios viviendo encima de un lago verde lleno de mosquitos. De eso no pude tomar foto porque cuando mi hermana me llevó a caminar por ahí estaba haciendo demasiado calor y entre eso y la gente, el tráfico y los mosquitos lo único que quería era llegar a alguna parte que tuviera aire acondicionado; por eso, de Calcuta, sólo puedo mostrar las fotos de la parte bonita.
Otra cosa curiosa es la cantidad de templos "express", o templos callejeros. En una esquina de la calle cuelgan la foto de un dios, la adornan y ponen luces y flores y listo, un templo para adorar al dios de ida o vuelta al trabajo. No tomé foto en el momento de la adoración porque mi hermana no me dejó (yo quería tomarle foto a todo, pero menos mal ella me detuvo en varias ocasiones que habrían sido bastante de mal gusto) pero en el día, cuando están "cerrados" se ven así:
Calcuta me recordó mucho a las ciudades costeras de Colombia, en especial los barrios pobres, porque la dinámica es más o menos la misma: la cantidad de gente en las calles, el calor, las casas con las puertas abiertas, la basura por todos lados, las calles en mal estado, la bulla increíble. Mientras en la costa colombiana la bulla es música en los "picós" allí son altavoces y una grabación de los libros sagrados de ellos (¡misa todo el día!). ¡Sólo cambia el idioma y la vestimenta!
Otra cosa común es la politiquería y la corrupción reinante. Cuentan los compañeros de mi hermana que una de cinco personas tiene algo que ver con la política, con el partido de turno y (al igual que en Colombia) los más pobres dependen de ese chanchullero para sobrevivir.
La falta de conciencia ecológica y la huella de carbono que tienen es increíblemente elevada. Para ingresar a todo lado te revisan hasta el alma y si llevas portátil o cámara te hace un papelito donde consta que llevas ese tipo de electrodoméstico (esto me pasó varias veces entrando a los supermercados y a los centros comerciales). El gasto de papel es increíble y parece que la gente no supiera que la basura va en la caneca (y, tampoco es que haya muchas canecas), entonces botan directamente los papeles al piso. Esto lo vi en el aeropuerto, en los malls, en los supermercados y, obviamente, en la calle.
El campo no está muy tecnificado, pero tampoco tiene mucho control sanitario, puesto que al lado de los cultivos de arroz pasan las aguas de deshechos.. aunque de esto hablo con más detalles más adelante.
Piel de serpiente en las cunetas.
Los animales fue otro tema bastante recurrente: vacas, perros que parecían hienas de los sarnosos y pulgosos, chivos y hasta culebras, conviven con los humanos en la calle. La mejor parte era atravesar las cunetas llenas de piel de serpiente!
La vaca que nos dio un coletazo de bienvenida.
Hablando con una amiga que está en Mumbai, me decía que en India es público lo que nosotros hacemos de puertas para adentro. Esto se evidencia en el hecho que la gente va al baño (a hacer del uno y del dos) en plena calle. También tienen la manía de escupir en el piso, y lo que escupen es de color rojizo. Esto porque comen una especie de hojitas frescas después de las comidas, que les deja la saliva roja. El problema es que cuando llueve, todo ese material de desechos humanos se levanta con el agua y el olor es insoportable (aparte que estás caminando entre caca, orina y saliva... en sandalias... aunque yo no me quité mis tenis por más calor que hiciera!).
"Por favor no escupa"
En fin, Calcuta fue una ciudad que me sorprendió porque no fue lo que me esperaba. Al ser considerada una ciudad con los índices de pobreza más altos en toda india (lo cual no es mentira), me sorprendió mucho encontrar también el otro lado de la moneda, la riqueza que contrasta fuertemente con esa visión occidental que tenemos de las misiones y de los religiosos que ayudan a los más pobres. Es una ciudad de extremos, climáticos, sociales, religiosos. La dinámica de la gente es tan parecida a Colombia, pero a la vez tan diferente que fue toda una aventura estar allí.
Este post lo dejo hasta aquí porque vuelvo a desconectarme por el fin de semana, pero la próxima semana que vuelva sigo narrando mis aventuras por la India y cómo fue mi convivencia con los locales.