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domingo, 30 de junio de 2013

York


Una de las ciudades más pintorescas de Inglaterra resultó siendo York. Viajamos en pleno invierno nevado y disfruté mucho con el hermoso paisaje. Es una ciudad preciosa, bastante antigua y con mucha personalidad.









La parte que más me gustó fue una de las calles comerciales que tiene también la casa embrujada más antigua de Inglaterra (creo). Obviamente la curiosidad pudo más y con susto entré, pero les dañé el paseo a los otros porque no paré de hablar (estaba muy asustada) aunque luego me di cuenta que era simplemente una casa muy vieja. Nada de experiencias sobrenaturales ni nada extraordinario (menos mal).












La ciudad antigua, también conocida como Jorvik es preciosa y conserva estructuras muy antiguas. No recuerdo mucho de la historia, pero recuerdo entrar al museo de Jorvik donde mostraban la vida de las primeras tribus que habitaron allí y sus costumbres.














Fue una experiencia bastante agradable visitar esta ciudad. Está totalmente recomendada para ir.





viernes, 7 de junio de 2013

Compras en el mercado chino


De las cosas que también me gustaban mucho de vivir en Inglaterra era la posibilidad de ir al mercado y encontrar cantidad de productos chinos. En Medellín no tenemos mercado chino, ni mucho menos productos chinos (sin contar con los marca gato), así que ha sido una gran fuente de entretenimiento para mi pasear por el barrio chino de Brimingham y poder probar los deliciosos platos en los restaurantes (claro que el restaurante que me gusta es Japones).

En Medellín ya encuentro el Aloe Vera King, pero no encuentro los Pepero.




En Medellín también encuentro buena comida japonesa, pero nada como los deliciosos Bento de Mount Fuji.





Extraño Inglaterra.

domingo, 31 de marzo de 2013

Leeds

Lo que más me ha gustado de vivir aquí en los West Midlands es que, al ser el centro del país, tengo la ubicación perfecta para viajar por toda Inglaterra a precios y en distancias relativamente razonables. Como es un país que tiene un excelente sistema de trenes, he podido viajar tanto hacia el norte como hacia el sur y visitar muchas más ciudades de las que conocí, por ejemplo, en España.

Los viajes que hago con mi grupo de amigos se caracterizan por ser viajes de un sólo día (para ahorrarnos hoteles) y la idea es visitar lo que más podamos de la ciudad a la que vamos. Por esta razón, viajamos muy temprano en la mañana (tipo 5 o 6 de la mañana cuando son viajes de más o menos 3 horas) y regresamos en los primeros trenes de la noche (tipo 7-8 para llegar antes de media noche).

La ventaja de los viajes así es que tenemos todo un día para visitar las ciudades inglesas, y es suficiente puesto que elegimos algunos lugares, paseamos por ellos, visitamos museos, castillos y otros espacios y si tenemos que desplazarnos, tendríamos el tiempo suficiente para pasear y regresar a la estación.

El problema es que a veces, hay ciudades tan pequeñas que un día completo es demasiado tiempo. Este fue el caso de Leeds.

Fui yo quien propuse ir allí porque la novia de un amigo me habló de la ciudad y me dio curiosidad, entonces  armamos paseo hasta allí. Es una ciudad bonita, pequeña pero bonita. Es bastante fría, o eso me pareció a mi. Como ese día andaba con el presupuesto apretado, no pude ir a visitar una casa famosa a las afueras, entonces me quedé en el centro caminando y entrando a las galerías y a los museos.

Aquí unas cuantas fotos de la caminata por la ciudad.











A las 3pm ya habíamos recorrido casi todo el centro, y como el tren salía a las 7, decidimos buscar un parque para pasar el rato. Lo gracioso es que el parque no era un parque sino un terrenito pequeño con un banco... ahí nos quedamos un rato hasta que el frío nos sacó y decidimos pasar unas horas en un Starbucks de la estación de trenes.

A pesar que no es una ciudad propiamente turística, es una de las ciudades que más me ha gustado (para vivir) por lo tranquila. me recuerda mucho a Wolverhampton... sin la cantidad de indeseables...

En fin, fue un paseo agradable, en una ciudad agradable.

BSL - Lenguaje de señas británico

Enero siempre ha sido un mes muy aburrido porque significa el fin de las vacaciones y el inicio del año escolar. Sin embargo, este año, mi enero fue mucho más duro porque se fueron todos mis amigos luego de casi un mes de mucha diversión, y honestamente no estaba preparada para seguir trabajando en mi tesis y menos sabiendo que estaba sola.

Algún día cualquiera de esos en los que estaba aburrida hasta más no poder, recibí un correo de la universidad donde se hablaba de un curso de BSL lenguaje de señas británico al que podíamos asistir. Yo me inscribí inmediatamente y reenvié el correo a mis amigos que iban a estar aquí en Wolves para esa época.

Al final nos inscribimos tres y fuimos. Fue una experiencia bastante agradable porque nunca está de más aprender un idioma, cualquiera que sea. El lenguaje de señas, contrario a lo que yo creía, no es universal, sino que como los idiomas naturales, está adaptado a la lengua y región de sus hablantes. El propio lenguaje británico de señas tiene sus dialectos y sus variantes, pero nos enseñaron el más estándar y básico.

La profesora era una chica sordomuda quien nos enseñó la gramática básica del lenguaje de señas británico. Es tan básica que sólo tiene sujeto (yo, tu él, ella, nosotros, ellos, ellas) verbo y quizás temporalidad. Se puede aumentar con adjetivos y palabras de referencia geográfica, pero básicamente está diseñado para comunicar ideas exactas y no abstractas (por lo menos lo que nos enseñaron, hay mucho más, pero fue una sesión de un sólo día).

Aprendí a preguntar los nombres, a decir el mío (usando las letras del abecedario con mis manos), aprendí algunos colores, algunos verbos, algunas formas de decir los días de la semana y el tiempo y algunos miembros de la familia.

Fue una experiencia divertida de la que me queda un grato recuerdo y un certificado que dice que ahora hablo, a nivel muy básico, lenguaje de señas británico.

miércoles, 20 de febrero de 2013

Salisbury y Bath Spa

O la historia de cómo la nieve trastornó nuestros planes de visitar Stonehenge.

Este fue le primer viaje del año nuevo y el primero en pleno inverno nevado. La verdad era que yo estaba muy emocionada por viajar con nieve porque quería ver los paisajes blancos de los que todo el mundo habla. Generalmente pongo problema para levantarme temprano (y temprano es a las 9am) y aún mucho más si me piden levantarme a las 5am, pero ese día iba tan contenta con la posibilidad de viajar en la nieve, que me levanté sin esfuerzo (aunque alcancé a dormir un ratico en el tren).

La calle nevada en la madrugada es bastante curiosa, me hizo recordar múltiples historias y películas de terror. Pero igual, ¡yo iba contenta!


Algo bastante curioso es que cuando hay nieve, no se siente tanto frío, en comparación a cuando, por ejemplo, la nieve se derrite. Pero, por si las moscas, yo iba bien abrigada.


El chiste del tren, cuando salímos de Wolverhampton y pasamos al "country side", era que estábamos entrando a Narnia. Y, honestamente, no parecía chiste. La cantidad de nieve en los árboles y bosques era increíble. El espectáculo era impresionante, paisajes blancos salpicados de algún poco de color gris o ríos casi congelados.



La idea era ir primero a Salisbury, tomar un bus que salía hacia Stonehenge, pasar allí un rato, en las piedras y luego regresar a la estación e ir a Bath Spa, otra ciudad cercana. Pero desde que llegamos a la estación de Birmigham (donde se hacen casi todos nuestros transbordos) empezamos a ver que la cosa no iba a ser tan sencilla, dos trenes cancelados, varias horas de espera y cuando por fin llegamos a Salisbury... Stonehenge estaba cerrado por la nieve.



No nos quedó de otra que recorrer Salisbury, cuya mayor atracción turística era la catedral. Hacia allí nos dirigimos, caminando con mucho cuidado porque la nieve empezaba a volverse hielo, y no es ningún chiste caminar sobre la capa de hielo. Yo ya me caí dos veces de la forma más chistosa posible.




La parte más divertida de este viaje fue ver la cantidad de muñecos de nieve en las calles. Yo ya hice mi primer muñequito de nieve en la primera nevada, pero obvio que me quedó deforme. Estos eran mucho más agradables a la vista y ciertamente mucho mejor construidos.



Salisbury es una ciudad pequeña pero bonita, aunque sólo recorrimos el camino de la estación a la catedral y de regreso, pasamos por varios puntos interesantes. También, y gracias a que ella se metió en un video que estaba haciendo para mi familia,  aquí nació una nueva tradición en nuestros viajes: grabar diferentes episodios de un programa titulado "Hola Familia de Kate", con mi querida compañera Ber, quien es la presentadora y va hablando de diferentes cosas que vemos. Son videos bastante graciosos que quizás algún día suba por aquí.




Luego, tomamos el tren a Bath Spa, la siguiente ciudad que visitaríamos. Están relativamente cerca la una de la otra puesto que el tren tomó cerca de media hora en dejarnos en la estación.



De esta ciudad tampoco sabía nada. Sólo lo que me habían contando mis compañeros que en las novelas que ellos leían, Bath Spa era casi siempre la ciudad que se mencionaba como la ciudad de los ricos. Las familias ricas de Londres tienen allí sus casas y castillos. Y es muy cierto que hay unas casas majestuosas. La arquitectura es preciosa y entre los árboles, a las afueras, logramos ver unas fincas grandísimas.

Bath Spa deriva su nombre del antiguo asentamiento romano llamado Aquae Sulis. Las aguas termales que allí brotan fueron usadas por los romanos como baños, y aún se conserva la estructura de dichos lugares. Los baños romanos son una atracción imperdible puesto que cuenta paso a paso la historia de los antiguos romanos asentados en Gran Bretaña, la construcción de Aquae Sulis y su conservación a través del tiempo.




Debajo del edificio principal están las ruinas intactas de los baños y una parte que me gustó mucho fue un pozo de los deseos. Estaba lleno de moneditas que brillaban con la luz de los reflectores que había encima. La foto no le hace mucho honor al espectáculo, pero más o menos así se veía.


Luego seguimos paseando por la ciudad, y encontramos una calle llamada "Gay Street" la cual caminamos hasta llegar a una especie de jardín redondo central rodeado de casas preciosas. Aquí jugamos mucho con la nieve, tanto que hasta una de mis compañeras quedó herida cuando otro le lanzó una bola de nieve que se fragmentó y le dio en un ojo. La cosa no pasó a mayores y seguimos jugando y grabando videos.





 El muñeco de nieve más grande que he visto hasta ahora, más o menos de mi estatura. Me habría gustado ver cómo lo construían.


En la noche regresamos a Wolverhampton, pensando que aunque no vimos Stonehenge, pasamos un día divertido. Por cierto, Stonehenge sigue dentro de los lugares que habrá que visitar pronto.

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