Ahora mismo es mi rabia la que habla, sin embargo me hago 100% responsable de todo lo que escribo porque lo hago con plena consciencia y completo hastío de toda la ineptitud que me rodea y que por la misma ignorancia prefieren esconder.
Aún a pesar de todas mis prevenciones, considero que tengo la mente lo suficientemente abierta para aceptar que la gente viva como quiera, sin embargo, cuando eso interfiere conmigo, con mi familia y con mi tranquilidad, lo empiezo a considerar falta de respeto.
La familia de mi papá me tiene hasta la coronilla. Sí, y aunque en este momento tengo la piedra afuera, no me voy a retractar de estas palabras. Ya estoy cansada de tener que aparentar ser una dama, una persona “racional” y más madura que nadie. Yo soy un ser humano y si todos tienen el derecho de hacer sus shows, pues hoy me permito hacer el mío.
Esta familia tiene una peculiaridad muy precisa, es capaz de hacerle volar el bloque a cualquiera trabajando de forma sutil. Pues hoy probaré que no soy como ellos y lo voy a hablar abiertamente. La razón es que sus problemas han llegado a afectarme a mí, directamente, y a mi familia cercana, indirectamente.
Mis abuelos manejan una vida bastante rara, en especial mi abuela, cuya vida parece basarse en la mentira. Les encanta aparentar todo lo que no son, siguen soñando con un pasado “glorioso” e idealizando una vida que nunca han tenido. Ya mucho he contado sobre ellos en mis anteriores posts. Les encanta criticar al vecino, pero no ven (o no quieren ver, o lo olvidan fácil) la rastra de pecados que llevan a cuestas.
También le encanta controlarlo todo. El respeto a las personas mayores se da cuando dichas personas enseñan con el ejemplo. En este caso, el “respeto” que pretenden imponer se basa en engaños, manipulaciones y más mentiras para crear un terreno de control (sutil, por supuesto) pero que vuelve loco a cualquiera (y para el ejemplo, tenemos a una ex nuera de quien también he hablado).
Mis tías no pueden tener más problemas personales porque sería la tapa. Y aún así, tienen toda la lengua suficiente para criticar, tienen el dedo suficiente para señalar y tienen la cortedad de mente suficiente para no darse cuenta de que todos los errores que ellas han cometido (y que son vox populi) en vez de usarlos para su crecimiento personal, para aprender de ellos, simplemente los olvidan o hacen caso omiso y continúan cometiéndolos, enseñando esos malos comportamientos a sus hijos y educándolos en un mundo de apariencias, de críticas no constructivas y de engaños.
Agreguemos a esta comedia un toque bien grande de religiosidad mal entendida (como si la religiosidad estuviera bien entendida), de supersticiones ignorantes y de temores mal fundamentados (los fantasmas que no son más que la conciencia gritando) y tenemos un retrato muy acertado de estos personajes.
Después de ese marco de referencia, se preguntarán ¿porqué estoy tan enojada? Porque simple y sencillamente me irrespetaron. En realidad vienen con una cadena de irrespetos desde mucho antes que yo naciera, pero eso fue algo que mis papás permitieron en aras de la “buena convivencia y la armonía familiar”. De eso no me puedo hacer responsable (aún siendo víctima indirecta). Y a pesar que trataron de entrometerse en ciertas decisiones que me correspondían a mí y a mí verdadera familia (como mi renuncia al estudio de ingeniería y mi decisión de estudiar traducción) nunca lo había sentido como un ataque directo. Sin embargo, la historia a la que hago referencia (que ya lleva su buen tiempo de haber sucedido, pero que sólo ahora me animo a contar) fue un ataque de frente a mi persona, a mi libertad de elección y es un ataque que ha tenido consecuencias mucho más profundas de las que en un momento pensé. Y todo eso sucedió porque no me quise someter a su voluntad.
Sí, ya dije que si me tratan suave y racionalmente, yo soy una persona fácil de llevar. Pero gracias a la educación que he recibido, y a otros muchos factores, mi mente tiene muchísima más apertura que la de dicha familia. Yo entiendo que por su propia condición (de mente y espíritu cortos) no era mucho lo que se les podía pedir. Sin embargo, y un poco por influencia de mis papás, les tenía respeto. Después de todo “la familia siempre será la familia”.
Sé que la familia no son las personas que comparten tu mismo ADN, tu misma sangre o tus mismos rasgos. La familia es aquel conjunto de seres que te educan con amor, con libertad y, principalmente, con bases para aprender a tomar las mejores decisiones y para sobreponerte de la mejor forma en los momentos más difíciles.
Ya dije que esta gente es controladora y ya dije que quieren someterlo a uno a sus caprichos, sin embargo, la distancia hizo que eso lo tomara como delirios de personas ignorantes y nunca les prestara verdadera atención. Sin embargo, me tocó vivirlo en carne propia una temporada que pasé vacaciones con ellos. Aún, conociendo lo tonto de sus reglas (no salir hasta tan tarde, no festejar mucho) estaba en su casa y decidí aceptarlas y seguirlas (al lugar que fueres…) pero luego de un tiempo no es tan fácil para mí estar en un mundo de mentiras y engaños ni mucho menos en un mundo que me hace sentir incómoda porque me hace actuar en contra de lo que yo creo y soy. La gota que derramó la copa fue el momento cuando quisieron venir a imponerme con quién podía salir o a quién no debía visitar.
El primer hijo de mi abuela, es decir, mi tío, es lo que llamarían “el hijo bobo”. No sirve para absolutamente nada más que estar debajo de las faldas de su mamá y hacerse el machito para intimidar (obviamente, NUNCA lo es cuando de verdad se necesita). Este hijo se casó con una muchacha y lógicamente el matrimonio no funcionó. A pesar que de ella me hablaban pestes y me la pintaron como la peor persona del mundo, el destino trazó una serie de circunstancias extrañas que me permitieron conocerla y constatar que, otra vez más, los otros habían mentido para quedar como los buenos.
No culpo ni disculpo a nadie, la historia que ellos vivieron pasó cuando yo era una bebe y no tengo culpa que sus relaciones hayan terminado mal. Sin embargo, me pareció una mujer lo suficientemente fuerte, que supo seguir adelante de la mejor manera posible y según MI criterio, una persona que se merecía todo mi respeto y admiración.
Ese fue mi pecado. A los ojos de aquellos jueces condenadores yo había transgredido una regla sagrada (había hecho algo que iba en contra de su parecer) y eso me rebajaba automáticamente de nivel. Previendo que, en su ignorancia y “dolor”, iban a cometer una sarta de tonterías, decidí irme de esa casa y terminar mis vacaciones en otra parte (sí, en la casa de dicha persona) y esa fue la estocada final. No sólo llamaron a mis papás para decirles que estaba en malos pasos, que me habían visto drogándome en no sé qué parte y otros varios chismes que no eran ciertos, sino que cuando los confronté se hicieron los locos (en especial la tía más doble moral que tengo) y dijeron que la que había armado el alboroto había sido yo (como quien dice, aparte de mentirosa, loca).
Naturalmente mi mamá se indignó y les retiró la palabra (lo cual fue también una excusa para cortar con esa familia que también le han hecho la vida imposible desde que se casó con mi papá, pero que de verdad nunca entenderé porqué aguantó tanto). Sin embargo, me extrañó la posición de mi papá. El siempre ha sido humanista, quiere que todo esté bien, no le gusta meterse en problemas y llevársela bien con todo el mundo, incluso con su familia que bastantes malas pasadas le hicieron a él y a nosotros. Mi papá simple y sencillamente no hizo nada. Dejó que “me defendiera por mí misma” y que los confrontara (cosa que, efectivamente hice) para ver “qué tan berraquita era yo”.
El hecho es que en ese momento no le di importancia al hecho, como dicen por ahí “la patada duele depende del burro que la pegue” y ellos no significan tanto para mí como para que me hieran de verdad. Lo que sí me dolió fue la actitud de mi papá. Tanto que dice querer a su familia (es decir, a nosotras) pero cuando su otra familia vino y me ultrajó, sencillamente se quedó callado. Como dándole carta blanca al asunto.
Esto nunca se lo reclamé, porque creo que no lo había procesado en toda su magnitud. Sin embargo, ahora hace poco, mi papá tuvo que viajar a ver a su papá (es decir, a mi abuelo) que tiene cáncer de vejiga y está muy enfermo (debido a que su propia familia, es decir, estos individuos a los que hago referencia, no le quisieron dar la atención que necesitaba) y claro, mis tías estaban a la expectativa por si él les decía algo debido al comportamiento que tuvieron para conmigo. Pero mi papá no hizo ni dijo absolutamente nada. Ninguna referencia, ni siquiera la más mínima expresión de desacuerdo frente a los actos de su familia.
Claro que eso me ha tenido dolida, pero hoy ya no puedo más porque encima de todo (y gracias a que últimamente he tenido serios problemas para quedarme callada cuando me empiezan a hablar de todas las estupideces que hace dicha familia y donde siempre son las víctimas), mi papá me pide respeto para esta “pobre gente”. Respeto para quienes nunca nos han respetado, para quienes me irrespetaron, para quienes siempre lo irrespetan a él.
Yo entiendo que mi problema no fue el motivo de viaje de su viaje, con su papá enfermo lo menos que va a hacer es pensar en lo que me pasó a mí. Incluso entiendo que mi papá quiera estar en buena posición con su familia debido a problemas emocionales no resueltos… ese es su problema si le gusta el masoquismo raro de querer estar detrás de unas personas que le han hecho la vida imposible, sin embargo, no comprendo por qué no pudo simplemente hablar con su familia, hacerle ver que lo que habían hecho estaba mal y cómo todos los problemas que hoy están enfrentando hacen parte de ese mal vivir y proceder, no sólo conmigo, sino con todo el mundo (porque la gravedad de la condición de mi abuelo se debe a problemas entre ellos mismos, por esas ganas de aparentar que todo está bien, porque ya mi abuelo es un cero a la izquierda). Pero no, eso al parecer es demasiado pedir.
¿Está hablando mi herida? Seguro que sí, pero no la herida que ellos dejaron, porque en realidad no dejaron ninguna herida. Habla la herida de una hija que descubre que, en el momento de la verdad, es simplemente un cero a la izquierda y que vale más la palabra de una sarta de mentirosos, de gente de mal vivir y peor proceder que la de aquella a quién crió y educó, de quien siempre ha exigido que dé lo mejor de sí misma y se comporte siempre a la altura, quien ha cosechado éxitos tanto personales como profesionales y quien ciertamente no le ha causado muchos dolores de cabeza. Claro que habla mi herida, pero hoy, a pesar del resentimiento que trato de liberar a través de estas palabras, agradezco a mi papá que me esté enseñando esta lección. Hoy me doy cuenta que, aparte de algunas personas en el mundo, no cuento con más nadie sino conmigo misma. El respeto se gana con ejemplo y proporcionando respeto, pero cuando esa línea la cruzan, sólo cuento conmigo misma para defenderme a mí misma.
Ay Kate te entiendo tanto, con la familia de mis padres (ambas) sucede algo parecido y como nunca crecí cerca de ellos, simplemente no me une nada mas que el hacerles el favor a mis papás de soportarlos.
ResponderBorrarPor supuesto que es muy doloroso estar en la posición en que te encuentras hoy pero, no sé si será mi naturaleza conciliadora o qué, quizás tu papá sabe con el nivel de personas con las que está tratando y por eso jamás dijo o hizo nada, quizás él sabe que serían palabras al viento o tal vez mas problemas para ustedes como familia (tú y tus padres); claro que da rabia, por mas que una trate y quiera entender pero tal vez hay alguna justificación poderosa, es que al menos a mi se me hace imposible creer que un padre no defienda a su hija sin tener razón alguna.
Espero que puedas sanar esta rabia o en su defecto aprendas a llevarla sin tanto rencor, creo que eso lo hace a una mejor persona, no se trata de volvernos santas pero si de mejorar un poco la calidad humana.
Muchos cariños y espero que mis palabras te acompañen un poquito, ya sea para favor o en contra ^___^
Hola Katty! Muchas gracias por tus palabras. Hacen mucho bien y te agradezco por ello. Es cierto que es mucho mejor tratar de sobrellevar las cosas con calma, pero a veces la rabia puede más. En fin, escribir ayuda y ayuda saber que muchas otras personas pueden vivir lo mismo... y salen adelante. Un abrazo!
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