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viernes, 27 de enero de 2012

Reflexión de un viernes a mediodía: los hilos del destino

Una antigua creencia japonesa dice que las personas estamos unidas por hilos rojos llamados los hilos del destino. Estos van enlazados en tu dedo meñique hasta el dedo meñique de las personas que se supone deberás conocer y con quienes deberás interactuar en tu vida. Este hilo se puede estirar, se puede enredar, pero nunca se puede romper. Por eso no es coincidencia que conozcas a quienes tienes a tu lado y no es coincidencia que ellos estén allí: es el destino.

Gracias a esta creencia, son muchas las teorías sobre el tan misterioso “destino” y sus defensores y detractores. ¿Tenemos un camino trazado desde antes de nacer y debemos seguirlo en nuestra vida? ¿Somos nosotros quienes creamos nuestro destino?... quién sabe.
En mi experiencia personal, muchas veces cuando he querido algo (y me empeño demasiado en conseguir lo que quiero) todo me termina saliendo al revés, aunque tiempo después me doy cuenta que todo fue para mi propio beneficio… pero no sé si eso signifique que tenga un camino trazado... es difícil saberlo… porque aceptar esto sería aceptar que también tengo que estar unida a lo que no me gusta, es decir, gente que no quiero en mi vida.

Esa es la parte que siempre me ha inquietado en las relaciones humanas. La leyenda cuenta que los hilos no pueden romperse nunca, pero esta parte no la entiendo. La pérdida de un ser querido es un corte de un hilo (¿o el sólo hecho de llevarlo en nuestra memoria hace que ese hilo no se rompa nunca?) y digamos que esta leyenda es bonita y aplicable cuando hablamos de alguien a quien estimas y alguien a quien amas, no quieres romper ese hilo nunca. ¿Pero y si es alguien que quieres sacar de tu vida? ¿Se supone que debemos seguir atados a ellos a través de estos hilos?

No es coincidencia que conozcamos a quienes conocemos, eso lo sé. No es coincidencia que la gente entre en tu vida, porque estoy segura que todos vienen con una lección para ti (por eso conocemos gente buena y gente mala). Una amiga una vez me dijo que nosotros somos puertos y las personas en nuestra vida son barcos. Algunos llegan por un tiempo corto, algunos por un tiempo más largo y otros vienen a encallar en nuestro puerto (jajaja, releí eso y sonó muy chistoso) por eso es que algunos están con nosotros en algunas situaciones, algunos nos acompañan más tiempo y otros están presentes a lo largo de nuestra vida.

Pero ¿y cuando uno de esos barcos o uno de esos extremos de hilo lleva a alguien a quien no quieres en tu vida? ¿Cuándo ese hilo te trae más mal que bien? ¿Cómo lo cortas si nunca se puede cortar? Es un pensamiento muy inquietante.
Supongo que nunca había pensado el tema muy a fondo, y aunque lo más seguro es que ahorita se me olvide, quería dejar registro de esos pequeños momentos de “reflexión” que me están dando últimamente. ¿Quién sabe? A lo mejor era el destino que escribiera este post y le sirva a alguien (jajaja, definitivamente tengo una imaginación muy grande).

Y todo este post nace simplemente de la serie que me acabo de ver y que recomiendo totalmente. Se llama Touch y habla sobre eso: sobre las vidas humanas que deben tener interacción, sobre los hilos del destino… y actúa Kiefer Sutherland!!! Véala en Cuevana… antes que la cierren!

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