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viernes, 15 de junio de 2012

Sobre las discotecas y su derecho de admisión

Las discotecas son el Santo Grial de los menores de edad, ¿quién no tuvo identificaciones falsas y entró a una discoteca sólo por experimentar lo que pasa allí adentro? ¿quién no sufrió cuando había redadas de policía para buscar menores de edad?

El fin de semana pasado salimos tarde del cine y con mis amigas decidimos pasear por la Barceloneta. Definitivamente la zona de discotecas de cualquier ciudad es un mundo diferente de noche, por ejemplo, vivo en Colombia donde somos mundialmente famosos por "cultivar y exportar droga", pero puedo decir que nunca me han ofrecido droga en las calles. Aquí se nos acercó un señor (creo que era pakistaní) ofrenciendo "cerveza, marihuana, cocaína"... primer choque. Luego llegó el interminable desfile de papelitos que permiten la entrada a las discotecas de la ciudad. Nosotras no íbamos a discotequear, pero nos quedamos cerca a la entrada de una de ellas y creo que ha sido una experiencia bastante divertida: ver cómo los porteros de las discotecan rechazan o permiten la entrada a la gente.

La discoteca en cuestión se llama Opium mar y queda en la Barceloneta, justo al lado de Shoko. Creo que Opium es un poco más "VIP" y eso basada en la gente que puede ingresar. En su página web dice que el código de vestuario es "Elegante, chicos camisa y zapatos"... seguido de "Público: gente guapa" (Tomado de aquí: Opium mar).

A pesar que yo no soy la mata de la elegancia y prefiero mil veces la comodidad a la pinta, no me considero desfachatada y me gusta que mis prendas sean ambas vestidoras y cómodas. Viniendo de un país latino (vanidoso por naturaleza), de una ciudad específicamente enfocada en la moda y nacida en una ciudad donde las gente viste con elegancia suprema, me impacta bastante lo dejada que es la gente aquí. La gente en Barcelona no se viste bien, esto de la libertad de expresión se les fue de las manos (a la gran mayoría, no a todos, hay que reconocerlo) y creen que pueden entrar como sea a cualquier lugar.

Nosotras estábamos observando cómo los porteros echaban una mirada de arriba a abajo a la gente y si no estaban medianamente aceptables, inmediatamente les mostraban la salida. Entonces empezamos a mirar si nuestra percepción de algo "elegante" era la misma que la de los porteros y la conclusión de la noche fue: ¡nosotras somos más exigentes!

A ver, no es lo mismo ir a un bar cualquiera a tomar una cerveza que ir a una discoteca que de entrada te dice que vayas elegante o no te molestes en hacer el intento de entrar. Me daba mucha risa como muchos quedaban seriamente enojados porque no los dejaban entrar, incluso algunos, en cuyas caras y cuerpos se veía que no podían tener más de 16 años, reclamaban y gesticulaban. Lo mejor de la noche fue ver a las chicas tratando de caminar en tacones 10cm, tratando de no caerse, para aparentar más edad.

Shorts playeros, jeans rotos, tenis, sandalias playeras... vestimenta perfecta para un día de playa eran el blanco de los elegantes porteros. Claro que, ellos tampoco eran tan exigentes con sus amigos (a quienes abrazaban y todo frente al público) porque dejaron entrar a tres señores con camisas floridas y con horrendos estampados, tenis y hasta sombreros.

Según lo que he leído sobre el derecho de admisión, si la discoteca tiene algún estándar para ello, este debe estar en un lugar visible a la gente (incluso si son restricciones tontas, porque sigue siendo un lugar privado). Obviamente ésta discoteca no lo tenía, pero la gente igual hacía fila y trataba de entrar, aún a sabiendas que los iban a sacar (o no sé si lo sabían). Y lo que más claro quedó fue que el estándar se medía según los porteros, es decir, si le caes bien o estás medianamente presentable, entras. Si no, olvídate porque te sacan y no precisamente de forma amable (y mucho menos con la falta de delicadeza que tienen los policías/agentes de seguridad/guachimanes de turno de España).

Luego de eso seguimos caminando por la playa hacia el puerto donde tomamos el bus hasta Plaza Catalunya, otra locura las ramblas en la noche, y finalmente el bus de vuelta a la casa. Barcelona es una ciudad de contrastes fuertes (las discotecas que ellos llaman "pijas", aunque creo que las del puerto no son nada comparadas con las de Gracia) y los bares "guiris" que es donde van todos los que yo llamo hippies (mechudos con rastas, pantalones anchos y tatuajes).  Parce una guerra sutil de clases sociales, en una sociedad donde supuestamente eso no existe. Todo un espectáculo.







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