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miércoles, 8 de diciembre de 2010

Sobre el Islam II

Le prometí a Sousita que iba a escribir un post contando su punto de vista sobre los musulmanes y el Islam. Específicamente sobre la comparación entre la realidad y la versión distorsionada que en muchas ocasiones llega hasta nuestro entorno.

Aparte de Sousita también tengo un compañero de trabajo que es musulmán, entonces tengo dos versiones, de un hombre y una mujer musulmanes, para que las opiniones queden un poco más equilibradas.

Si hay algo que he aprendido de ellos dos es que, sin importar de donde vengamos los seres humanos compartimos una característica: a menor nivel educativo, mayor distorsión y trasgresión de los preceptos que guían una comunidad.

El Islam no es sólo una religión: es una forma de vida. En resumidas cuentas son preceptos morales y éticos (y no en el sentido filosófico académico de la palabra) que guían la vida de quienes lo practican. Por ahora sólo conozco a dos musulmanes (cercanos) de quienes he aprendido, ambos son profesionales, estructurados y personas muy inteligentes, cuya espiritualidad (no religiosidad, ni fanaticada) hace que se despierte la admiración y curiosidad por ver cómo integran ambos aspectos en su vida.

La espiritualidad que proporciona una estabilidad emocional se logra de diversas maneras, los musulmanes la logran siguiendo los preceptos que el Corán les proporciona y debo decir que es un libro muy completo. Tiene explicaciones de todo y para todo, e instrucciones de cómo se debe proceder ante las diferentes situaciones de la vida: desde la conducta en casa, el sexo, las relaciones con amigos y familia hasta como se deben preparar y consumir los alimentos.

Este último lo descubrí por mi compañero que no come carne de ningún tipo aquí en Medellín, porque me dice que el corán tiene unas instrucciones muy precisas sobre cómo matar al animal, como despellejarlo y cocinarlo. Esto se conoce como el procedimiento Halal. Parece una locura pero es su percepción del mundo, y me parece admirable que profesen tanta devoción, aún a costa de privarse de algo que les guste.

Me gusta también la forma que tiene de controlar el enojo. Varias veces en la oficina nos hemos visto envueltos en situaciones incómodas o estresantes. Mi compañero musulmán tiene una forma increíble de proceder cuando se encuentra siendo el foco de ataques (injustos en una gran mayoría de veces) y es increíble como logra controlarse y responder de forma ecuánime. Puedo decir que nunca lo he visto gritar u ofender a alguna otra persona, aún teniendo todo el derecho de hacerlo.

Es chistoso la percepción que ellos tienen de nosotros, los occidentales. Dicen que en nuestra iglesia hay casos de abuso a menores, pero no le damos mayor importancia. Algo así sería castigado fuertemente en su religión. Pero ese es un tema muy espinoso en el que prefiero no meterme.

Se dice que allá los hombres son machistas en extremo y que tienen mucho poder sobre las mujeres. Eso depende del punto de vista en que se vea. Aquí son muchos los casos de mujeres que he visto, que pueden tener muchos títulos, son inteligentes, económicamente independientes y poderosas, pero emocionalmente están secas y necesitadas de amor. Y llega un punto en que el desespero es tal, que le abren su corazón a cualquier vago que hace con ellas lo que le da la gana. Y ellas felices, ahí, detrás de un tipo. Eso es opresión emocional. La opresión económica también es común, pero ahí siempre culpo a las mujeres. Todos tenemos las oportunidades de estudiar, capacitarnos y sobrevivir por nosotros mismos. Ya es masoquista la que se quede con un tipo que la trata mal "porque me paga todo". Eso es comodidad y miedo de enfrentar la realidad.

Mi amiga musulmana me dice que ella vive, literalmente, como una reina. Su papá y sus hermanos siempre la cuidaron, le inculcaron que estudiara. Ella fue la que decidió con quién se quería casar y cuándo. En su nuevo hogar, es ella quien maneja toda la logística de la casa. Ella tiene poder de decisión y de voto y su palabra pesa. Eso sí, no necesita trabajar porque su esposo le da absolutamente todo lo que ella quiera (como manda el corán) y a pesar de eso, prefiere tener la mente y el cuerpo ocupado en algo productivo, estudia español, se está presentando a la universidad a estudiar traducción, está haciendo trámites para montar su propio negocio. No lleva una vida de opresión, precisamente.

El tema de la burka, por ejemplo, es algo que ellas llevan por convicción y no por presión. Aunque creo que vivir en un lugar en el que todas las mujeres se tapan, debe crear una cierta presión. Sin embargo ese tema se lo dejo a los expertos. Ya dije que no estoy de acuerdo con que las mujeres se empeloten como locas, pero taparse como uvas pasas tampoco es algo que me suene de a mucho.

Claro que esto, como todo, no es parte de la religión sino de los valores y la visión que tengan las personas. Influye mucho el ambiente donde se críen, las influencias que reciban, la educación que reciban. Pero este tiempo conociéndolos me ha servido mucho para aprender que el mundo va más allá de lo que mi espacio ofrece. Que las formas de pensar, las dinámicas sociales y los valores son tan antiguos como la propia humanidad, y que no hay nada que abra la mente como aprender a conocer y respetar los pensamientos de los otros. Sin juzgar y sin ofender. Es difícil, pero poco a poco se logra.

2 comentarios:

  1. Kate: te aplaudo este post tan interesante y sobre todo respetuoso.

    un abrazo!

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  2. Super que tengas la oportunidad de tener ese tipo de intercambio de culturas con una, que para nosotros es rara e incomprensible pero, en tu relato puedo ver que no todo es como parece, como lo pintan y que definitivamente hay de todo en todos lados.

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