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domingo, 21 de noviembre de 2010

La que no quería ser profe

Cuando era más joven yo decía que nunca iba a ser profesora (sí, la lengua castiga) mi excusa era que no soy una persona paciente, no me gustaba sentarme a explicarle algo a una persona "tapada" ni mucho menos me gustaba eso de buscar temas, preparar clases, corregir trabajos y hacer exámenes.

Después de pasar por el trauma de la ingeniería, luego de probar trabajos intermedios (que fueron desde ama de casa hasta ayudante de abogados), de ganarme la beca para estudiar psicología y rechazarla para irme a estudiar traducción; cuando descubrí que lo que estaba estudiando era lo que de verdad me gustaba, para lo que de verdad estaba hecha, es decir, cuando empecé a amar mi carrera, se me presentó la oportunidad de "enseñar" en un curso de traducción audiovisual que diseñamos con los otros integrantes del anterior grupo de investigación al que pertenecíamos.

Esta experiencia fue muy valiosa porque ahí descubrí que para mí no es complicado enseñar lo que me gusta y en lo que tengo experiencia. De hecho no lo vi como enseñanza sino como una forma de compartir lo que sabía con mis alumnos (que daba la casualidad eran mis compañeros).

El primer trabajo que tuve después de la graduación fue como profesora de inglés en el ITM (un instituto universitario), del cual hablé aquí mismo. Tenía mucho miedo porque una cosa era enseñar sobre traducción y otra muy diferente era enseñar un idioma. Sin embargo, era un reto, y a mí me gustan lo retos. Me senté muy juiciosa y diseñé un curso donde los alumnos pudieran aprender de forma divertida. De la experiencia pasada tomé la parte divertida, esa de compartir y no propiamente enseñar. La enseñanza en idiomas permite el uso de juegos, canciones y muchos otros recursos divertidos para que los alumnos puedan primero, quitarle el miedo a aprender otro idioma y segundo, adquirir por lo menos el conocimiento de unas estructuras básicas. Esas clases fueron todo un éxito porque fueron completamente diferente a lo que los alumnos venían acostumbrados.

Cuando entré a la empresa también al principio tenía susto. No sabía cómo era enseñarle un idioma a las personas adultas. Tenía la idea que los adultos son más quisquillosos y cositeros (aunque es verdad que los hay), sin embargo, la aplicación del método de aprender un idioma a través de juegos, de canciones, con chistes y en general, creando una atmósfera relajada, funcionó a las mil maravillas. Otra vez apliqué la técnica no de enseñar sino de compartir lo que yo sé, y tratar de aprender de ellos. Las clases fueron otro gran éxito y ahora voy en la segunda cohorte.

Este año también me propusieron dictar el módulo de Traducción Audiovisual en el Diploma en Herramientas para la Traducción. Como cosa rara, también tenía sustico antes de empezar. Aunque ya tenía la experiencia enseñando en traducción, en idiomas (jaja, qué creída... en inglés nada más... ahh y en español también) y en TAV, enseñar en el ámbito universitario (en un diplomado) requiere una preparación muy profunda, porque estamos entre profesionales, personas con años de experiencia tanto en la teoría como en la práctica. Sin embargo, la técnica de compartir lo que he aprendido siguió imperando y... a priori... muy a priori... creo que ha sido otro éxito. Los alumnos están muy entretenidos tanto con la teoría como con la práctica de lo que hemos visto en clase. Ya este viernes que viene se acaba el módulo, pero en estas sesiones que he tenido he notado una muy buena disposición de todos para escuchar los temas y aportar sus ideas en clase.

Trato de ver la enseñanza no como la típica relación profesor-alumno, sino como una forma de compartir con la gente mi propia experiencia. Creo que esto ha sido clave para trabajar en un terreno para el que no tengo preparación formal (porque no puedo negar que el ejemplo de mi mamá, que es profesora, me ha servido mucho). A pesar de todo, no habría cambiado mi carrera por una licenciatura y aunque me gustaría especializarme en herramientas y/o tecnologías para la traducción, me gustaría perfilar y mejorar mi técnica de "enseñanza", porque como bien dice el refrán: zapatero a tus zapatos.

En fin, este es un compendio de un año bastante agidato, en materia educativa, de la que no quería ser profe.

3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Me parece interesante la forma en que dices que enseñas a tus alumnos, a mi me enseñan de una manera taaaaaaaan aburrida que quisiera una profe como tu :)

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  3. Jejeje tan bella!!! cuando leí tu blog hablabas sobre un paseo de campo que hicieron en clase y me quedó sonando la idea de hacer algo así con mis alumnos... claro que aquí hay que pelear con muchos problemas de logística. Aunque la intención y las ganas me quedan!!

    Un abrazo!

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